Eduardo Espósito me hizo acordar de este poema viejísimo: julio del 91, Villa Mitre salía campeón después de 47 años y esperábamos a Marina, que está por cumplir 20. Los festejos fueron una cosa de locos. Yo, que me crié en la villa, jamás la había visto así, y entre el embarazo, y que todo el mundo se abrazaba, y un montón de viejos lloraban que parecía que hubiera terminado la guerra o algo así, yo tenía una alegría inmensa. Entonces escribí esto, que al tiempo publiqué en un matefleto (unas hojitas con poemas que hacíamos los mateístas, y repartíamos por la calle), y ahí quedó. Me gustó reencontrarme con este texto (esta es una versión posterior, con algún que otro leve retoque), así que lo comparto:
Mentira, Amor, no somos
los mejores del mundo.
Qué importa, si
la gente baila
y bailamos los dos
y todos bailan, todos
estamos bailando.
Amor, la calle
se llenó de papelitos, música, banderas;
por la plaza pasa la embarazadita,
el bombo suena suena suena.
(y henos aquí)