Se vienen los cortes en el servicio de colectivos. Parece que primero dijeron que sí, pero después que no, que a la hora de licitar iban a ser eficientes, pero a la hora de facturar las cuentas no cierran, que íbamos a viajar mejor, siempre y cuando autoricen el aumento del boleto, porque sinó, ni mejor, ni peor, ni viajar. Parece que en el concejo deliberante hay cachengue, y no habrá aumento, ni servicio, ni nada. Es cierto que todo aumenta y los empresarios sufren, y eso angustia a la prensa. Así que sí, en Bahía, por estos días, lo único que nos transporta (con suerte) es la poesía. Acá va un Cantón auténtico, extraído del número 5 de Asemal, septiembre del 75, como para comprobar que si bien hay cosas que cambian, hay otras que no tienen remedio.
CREDO
Creo en el colectivo bienamado
y en el chofer
su único hijo
nuestro conductor.
Él nos lleva
veloz, eficiente, seguro
sorteando los baches
las calles cortadas
manifestaciones
desfiles
las huelgas de brazos
caídos o alzados
nos devuelve a casa
puntual
con la mano firme
de un padre
que guía a su hijo
al hogar.
Creo en el colectivo
la casa rodante
en que viajo y dormito
y en el Gran Premio
de su capicúa;
creo en sus letreros:
no debo fumar
ni escupir
sacar los brazos
y menos asomarme
por la ventanilla
subir o bajar
con el coche en movimiento
pasar de sección
sin pagar lo debido
y sí descender por atrás.
Creo en el colectivero
nuestro conductor
que corta boletos
da cambio
maneja un enorme volante
aprieta pedales
mete la palanca
exhorta a la gente
ordena
intercambia chistes
escucha la radio
discute
prende un cigarrillo
anota en planillas
pide por las madres
y los impedidos
avanza impetuoso
franqueando las luces
rojas, verdes o amarillas
sin tener problemas
con ningún color.
Creo en el colectivo
y en sus dueños todopoderosos
los que mientras viajo
en las horas "pico"
codo con codo
apretado
acaso estén en sus casas
frente al televisor
sirviéndose un trago
reunidos en el Ministerio
por el nuevo aumento
que tarda en salir
o quizás
sencillamente
viajando en taxi
y aún en su auto
con o sin chofer.
Darío Cantón
CREDO
Creo en el colectivo bienamado
y en el chofer
su único hijo
nuestro conductor.
Él nos lleva
veloz, eficiente, seguro
sorteando los baches
las calles cortadas
manifestaciones
desfiles
las huelgas de brazos
caídos o alzados
nos devuelve a casa
puntual
con la mano firme
de un padre
que guía a su hijo
al hogar.
Creo en el colectivo
la casa rodante
en que viajo y dormito
y en el Gran Premio
de su capicúa;
creo en sus letreros:
no debo fumar
ni escupir
sacar los brazos
y menos asomarme
por la ventanilla
subir o bajar
con el coche en movimiento
pasar de sección
sin pagar lo debido
y sí descender por atrás.
Creo en el colectivero
nuestro conductor
que corta boletos
da cambio
maneja un enorme volante
aprieta pedales
mete la palanca
exhorta a la gente
ordena
intercambia chistes
escucha la radio
discute
prende un cigarrillo
anota en planillas
pide por las madres
y los impedidos
avanza impetuoso
franqueando las luces
rojas, verdes o amarillas
sin tener problemas
con ningún color.
Creo en el colectivo
y en sus dueños todopoderosos
los que mientras viajo
en las horas "pico"
codo con codo
apretado
acaso estén en sus casas
frente al televisor
sirviéndose un trago
reunidos en el Ministerio
por el nuevo aumento
que tarda en salir
o quizás
sencillamente
viajando en taxi
y aún en su auto
con o sin chofer.
Darío Cantón
2 comentarios:
El otro día Emiliano me cantaba que llevó un titular con el tema para ver la definición de noticia y sus alumnos de un privado no la consideraban tal porque ellos no andan en colectivo... Sin embargo los privados también tienen boleto escolar... ah, claro, me olvidaba que toda la educación ahora es "pública", no así los medios de transporte...
un saludo renegado.
Lo más más increíble es que cuando se temía la reducción de choferes, el gremio de los colectiveros no se mostró tan combativo. Ahora, para defender los intereses de los empresarios se despachan con un paro de tres días! Es el mundo al revés.
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