Pedro Caballero nació en Zamora, España, en 1939. En 1945 llegó a Ingeniero White para quedarse. Pasó su infancia junto con su madre en Puerto Galván. Salvo un breve paso, en condición de cadete, por la Farmacia Española, fue ferroviario toda la vida. Todavía lo es, más allá de la jubilación. Trabajó en Galpón White, y en talleres Maldonado, como mecánico ajustador. En la época dorada de las fiestas y los corsos alternó su personalidad con la de Pedro Fontana Reyes, la voz cordial y amiga del Club Puerto Comercial. Anunció, desde los altoparlantes del Club, el calendario de bailes y festejos, los numerosos comercios auspiciantes, el nombre de las Reinas de White. Y programó música selecta: Alberto Castillo, Donald, Julio Sosa, Los Náufragos. Pedro Caballero acostumbra anotar en sus libretas los nombres de sus compañeros fallecidos, accidentes ferroviarios memorables, ministros, intendentes o locomotoras de vapor. Ahora, en su cuaderno nuevo registra también, día a día, a dónde va, con quiénes se encuentra, qué hace, qué ve. Lee esos cuadernos constantemente y por eso en su memoria prodigiosa conviven presidentes, locomotoras, miles de apodos de sus compañeros del taller, efemérides varias. Vive en su casilla de madera, una de las "colonias" que hace ya más de cien años la empresa Ferrocarril del Sud construyó para el personal que trabajaba en el galpón de locomotoras de White. Habitualmente relee revistas, libros o cuadernos de notas, cuida a sus gatos, o hace palabras cruzadas sentado en uno de los tantos asientos ubicados en el patio de su casa, rodeado de los “artefactos” que arma, desarma, y recompone. Las herramientas que conservó durante años las donó casi todas al museo, y forman parte de la obra. Ama el Bolero de Ravel.
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