Se va el año, uno nuevo pide pista.
Para los que abominan de las fiestas (yo mismo tengo momentos así):
sin estos rituales de cierre e inicio la vida sería un correr día tras día, un ir de lado a lado pegando una cosa atrás de otra sin mayor sentido. Entonces, el momento en que terminamos un libro y nos quedamos colgados con las últimas palabras antes de cerrarlo y voverlo a la biblioteca, cuando la ponés abajo de la suela, hacés la pausa y buscás el hueco, la despedida en una esquina después de una cerveza y lo que te vas pensando, el aplauso y lo que sigue: fin de año. Mañana le damos rosca de nuevo al motor que nunca para, ahora les dejo este tema de Pedro Giorlandini, Pienso en vos, que justo estaba escuchando y me dije: qué buen regalo para este día en el que se nos da pensar en tantos.
Y este poema de Edgar Bayley.
Nos volvemos a ver en 2012.
ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA
.
Esta mano no
es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras
siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba
playas distintas
nunca terminará es infinita esta
riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba
se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra
marcha
tras el canto un nuevo roce se
prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios
inauditos islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo
dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el
mismo
entonces tú vuelves a las manos al
corazón de todos de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra y tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos
innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta
riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de
reproche
entre las últimas risas el dolor y los
comienzos
encontrará el agrio viento y las
estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la
visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido
algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad
del sol
amenazas
resplandor en frío
.
.
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta
riqueza abandonada.
Edgar Bayley, Obras, Grijalbo
Mondadori, Buenos Aires, 1999.
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