
Estamos leyendo y comentando el poema en el taller. Es un poema difícil (toda la poesía de Ashbery lo es) y por eso mismo estimulante. Nos atraen las capas de registros diversos que hay en el poema (citas, pasajes líricos, coloquiales, descripciones, argumentaciones por momentos muy claras, crítica de arte, cavilaciones más bien difusas). Es un collage, pero un collage muy particular. Si uno tomara muestras de fragmentos acá y allá en el poema, y las pusiera sobre la mesa, como las piezas de un reloj, difícilmente podría volver a montarlas. De todos modos, asumo, la analogía no es correcta, porque el autorretrato no evoca de ningún modo una máquina, es más bien un fluir, agua o música, como el propio Ashbery sugiere en algunas entrevistas.
Interesa la aparición de ese yo polifónico, que se presenta en el poema tras muchísimas mediaciones (la escritura procede como reflejo del cuadro que a la vez es reflejo del espejo, que refleja al Parmigianino; agreguemos a eso que el espejo es convexo, por lo que la imagen está deformada y es esa deformación lo que se intenta en parte retratar).
Interesa de ese yo que se presenta y se retrae, analiza y se pierde en digresiones, contrapuntea con el retrato original (¿pero cuál sería el original en este juego de espejos?) o se funde en frases de las que no sabemos si se refieren al Parmigianino, a Ashbery, al yo del poema o a quién (probablemente a varios de ellos a la vez).
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En medio de estas lecturas me cuentan que se estrenó en la ciudad un documental sobre el prohombre bahiense Domingo Pronsato. Me cuentan que se trata de un documental de bronce, que Pronsato es indefectiblemente bueno y que al parecer ya de muy pequeño sabía de su ineludible destino de Pronsato, por lo que la película es una seguidilla somnífera de escenas hagiográficas.
Por suerte, en esta ciudad donde todo aspira a volverse estatua, aparece Ashbery, como el superhéroe de sus collages, con su yo múltiple y sus pequeñas y vitales anomalías permanentes, para dejarnos leer:
Encajar en un lugar es "la muerte misma",
como dijo Berg de una frase de la Novena de Mahler;
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Un último fragmento:
El amor una vez
inclinó la balanza, pero ahora está en sombra, invisible,
aunque misteriosamente presente, por algún lado.
Pero nosotros sabemos que no puede intercalarse
entre dos momentos adyacentes, que sus meandros
no llevan a ninguna parte excepto a más afluentes
y que estos desembocan en una vaga
sensación de algo que no puede conocerse nunca
aun cuando parezca probable que cada uno de nosotros
sepa qué es y sea capaz de
comunicarlo al otro. Pero la mirada
que algunos llevan como señal le hace a uno querer
avanzar haciendo caso omiso de la evidente
ingenuidad del intento, sin que le importe
que no esté nadie escuchando, ya que la luz
ha quedado encendida en esos ojos de una vez para siempre
y está presente, incólume, una anomalía permanente,
silenciosa y despierta.
John Ashbery, Autorretrato en espejo convexo, Visor, Madrid, 1990
Traducción de Javier Marías.