jueves, 28 de mayo de 2009

EN UN ESPEJO CONVEXO

Autorretrato en espejo convexo es el cuadro que vemos, pintado en 1524 por Francesco Mazzola, El Parmigianino. Es también el título del poema más conocido de John Ashbery, escrito a partir del cuadro y publicado en 1975.
Estamos leyendo y comentando el poema en el taller. Es un poema difícil (toda la poesía de Ashbery lo es) y por eso mismo estimulante. Nos atraen las capas de registros diversos que hay en el poema (citas, pasajes líricos, coloquiales, descripciones, argumentaciones por momentos muy claras, crítica de arte, cavilaciones más bien difusas). Es un collage, pero un collage muy particular. Si uno tomara muestras de fragmentos acá y allá en el poema, y las pusiera sobre la mesa, como las piezas de un reloj, difícilmente podría volver a montarlas. De todos modos, asumo, la analogía no es correcta, porque el autorretrato no evoca de ningún modo una máquina, es más bien un fluir, agua o música, como el propio Ashbery sugiere en algunas entrevistas.
Interesa la aparición de ese yo polifónico, que se presenta en el poema tras muchísimas mediaciones (la escritura procede como reflejo del cuadro que a la vez es reflejo del espejo, que refleja al Parmigianino; agreguemos a eso que el espejo es convexo, por lo que la imagen está deformada y es esa deformación lo que se intenta en parte retratar).
Interesa de ese yo que se presenta y se retrae, analiza y se pierde en digresiones, contrapuntea con el retrato original (¿pero cuál sería el original en este juego de espejos?) o se funde en frases de las que no sabemos si se refieren al Parmigianino, a Ashbery, al yo del poema o a quién (probablemente a varios de ellos a la vez).
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En medio de estas lecturas me cuentan que se estrenó en la ciudad un documental sobre el prohombre bahiense Domingo Pronsato. Me cuentan que se trata de un documental de bronce, que Pronsato es indefectiblemente bueno y que al parecer ya de muy pequeño sabía de su ineludible destino de Pronsato, por lo que la película es una seguidilla somnífera de escenas hagiográficas.
Por suerte, en esta ciudad donde todo aspira a volverse estatua, aparece Ashbery, como el superhéroe de sus collages, con su yo múltiple y sus pequeñas y vitales anomalías permanentes, para dejarnos leer:

Encajar en un lugar es "la muerte misma",
como dijo Berg de una frase de la Novena de Mahler;
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Un último fragmento:

El amor una vez
inclinó la balanza, pero ahora está en sombra, invisible,
aunque misteriosamente presente, por algún lado.
Pero nosotros sabemos que no puede intercalarse
entre dos momentos adyacentes, que sus meandros
no llevan a ninguna parte excepto a más afluentes
y que estos desembocan en una vaga
sensación de algo que no puede conocerse nunca
aun cuando parezca probable que cada uno de nosotros
sepa qué es y sea capaz de
comunicarlo al otro. Pero la mirada
que algunos llevan como señal le hace a uno querer
avanzar haciendo caso omiso de la evidente
ingenuidad del intento, sin que le importe
que no esté nadie escuchando, ya que la luz
ha quedado encendida en esos ojos de una vez para siempre
y está presente, incólume, una anomalía permanente,
silenciosa y despierta.

John Ashbery, Autorretrato en espejo convexo, Visor, Madrid, 1990
Traducción de Javier Marías.

lunes, 25 de mayo de 2009

PERFECT DAY



Just a perfect day, you made me forget myself
I thought I was made someone else, someone good

Lou Reed, New York, 1972
transferible al 25 de mayo de 2009, Bahía Blanca
(hay una versión sublime de Patti Smith, pero ningún video en you tube en el que se la escuche bien)

viernes, 22 de mayo de 2009

4 HORAS EN 24 SEGUNDOS



Resumen ultracompacto de lo sucedido el 16 de mayo en Ferrowhite. Video de Nicolás Testoni.

martes, 19 de mayo de 2009

DRUMMOND


Un poema de Carlos Drummond de Andrade que me gusta hace mucho y apareció hoy, marcado con un papel amarillo (suena dramático, ya se, pero el papel amarillo es una entrada de la liga del sur de hace al menos veinte años, supongo que de algún partido de Villa Mitre).

DESTRUCCIÓN

Los amantes se aman cruelmente
y con tanto amarse no se ven.

Uno se besa en el otro, reflejado.

¿Dos amantes qué son? Dos enemigos.


Los amantes son niños estropeados

por el mimo de amar: y no piensan
cuánto se pulverizan en el unirse

y cómo lo que era mundo vuelve a nada.


Nada, nadie. Amor, puro fantasma
que levemente los lleva, como la serpiente

se imprime en el recuerdo de su rastro.

Y quedan mordidos para siempre.

Dejan de existir, pero lo existido

continúa doliendo eternamente.


Carlos Drummond de Andrade, de Lección de cosas (1962)

viernes, 15 de mayo de 2009

DÍA INTERNACIONAL DE LA VIANDA FERROVIARIA



En La Noche de los Museos de Bahía Blanca y en adhesión al Día Internacional de los Museos, Ferrowhite tiene el agrado de invitar a ud/s. a compartir UNA NOCHE EN EL TALLER. Habrá sorteos, picada ferroviaria, trenes en miniatura, brindis y los retratos ferroviarios de Hugo Llera, Manuel Montes, Pedro Marto y Pedro Caballero. Amenizarán la velada la estrella whitense Sarita Capelletti junto a Patricia Martínez, el dúo de guitarra y bandoneón Mansilla - Canale, y el cuarteto de tangos reos La Puñalada.

A las 20hs Archivo Caballero, un documental en vivo. Localidades limitadas.

martes, 12 de mayo de 2009

ARTEFACTOS & MINISTROS

En el último número de OTRA PARTE, como les contaba en el post anterior, dedicado a preguntarse por lo bien hecho en arte (y en consecuencia también por lo mal hecho) escribí un artículo en relación a los proyectos de teatro y arte documental que desarrolla Ferrowhite. El artículo se llama El éxodo inmóvil, y acá les dejo un fragmento, el dedicado a Pedro Caballero, que repone su obra (ARCHIVO CABALLERO, con dirección de Natalia Martirena) este sábado 16 de mayo, a las 20hs:

Sobre el final de Archivo Caballero, segunda obra del proyecto Archivo White, Pedro Caballero reconstruye en escena parte de su patio: sobre un pie de ventilador (tres patas con rueditas) acomoda una cubierta de automóvil, luego un caño de ventilación de aproximadamente metro y medio sobre el que calza un fierro oxidado en cruz; en cada brazo de la cruz coloca un par de tapas de cacerolas, una azul, una verde oscura, y en el extremo superior una lata blanca con un estampado de pequeñas manzanitas rojas, rematadas con un casco de seguridad industrial y un gorro azul para protegerse de la lluvia. El artefacto parece de lejos una señal ferroviaria, o, según se lo mire, una especie de autómata. Pero los contornos antropomorfos del objeto se desvanecen cuando Caballero agrega al conjunto un viejo monitor de computadora, que no se apoya sobre su soporte, sino que lo hace sobre la pantalla, que da directamente contra el piso. Luego coloca sobre el monitor un cubre llanta plateado de Fiat Siena y hace salir de uno de los costados una gruesa manguera de aspiradora que se conecta al pie del ventilador y viene a establecer un extraño circuito por el que habría de circular no sabemos bien qué.

En medio de esta instalación Pedro Caballero se sienta sobre una silla también intervenida (el respaldo se encuentra cubierto por un saquito de mujer de lana azul con motivos blancos en puños y bolsillos), y dice: - Todas las tardes me siento a leer algún tomo de la Historia de la Segunda Guerra Mundial, o repaso en mi memoria todos los presidentes argentinos y sus ministros… me siento entre los adornos. Los adornos son Artefactos. Y la definición que se nos da de artefacto es, más o menos: - artefactos que hago yo, en el patio, y me acompañan. Acabamos de asistir al montaje de uno.

Pedro Caballero, jubilado ferroviario, vive en un par de casillas de chapa y madera de las antiguas colonias ferroviarias de Ingeniero White. Su verdadero hábitat, sin embargo, es su patio, que recuerda de algún modo el Merzbau de Kurt Schwitters. A la manera del Merzbau, el patio es una suerte de ensamblado en expansión que, como un "organismo", crece desde el interior de la manzana hacia la calle, y llega a reproducirse en Ferrowhite. A golpe de vista es un depósito de chatarra, sin embargo, si se lo mira con detenimiento se descubre que la promesa de un orden vincula a los objetos. Por algún motivo que se nos escapa y a la vez nos interpela, es evidente que el lugar de la cubierta es sobre la pata de ventilador, y el de la tapa de llanta de Fiat Siena sobre el monitor boca abajo, aún cuando la tapa insista en deslizarse una y otra vez interrumpiendo la obra.

La instalación es precaria e inestable. Como las performances de los intérpretes del proyecto Archivo White de teatro documental, se encuentra bajo permanente amenaza: la posibilidad del error está presente de principio a fin, es un elemento de tensión continua.

lunes, 11 de mayo de 2009

OTRA PARTE

Acaba de salir el número 17 de Otra Parte, la revista de letras y artes que dirigen Graciela Speranza y Marcelo Cohen. Cada número aborda un tema o problemática en particular, y el de éste viene formulado como pregunta: ¿BIEN HECHO?
¿Es una pregunta pertinente cuando desde hace unos años pareciera que en arte y literatura todo es posible y los parámetros de valoración se presentan difusos o directamente se aboga por su supresión? A juzgar por este número, preguntarse qué consideramos bien o mal hecho en arte no sólo es pertinente sino también saludable.
Escribí uno de los artículos (en relación a las experiencias de teatro y arte documental que llevamos adelante en Ferrowhite), así que en breve subiré algún fragmento.

viernes, 8 de mayo de 2009

LÍRICA PARA SUPERHÉROES


Tres poemas de La Fuerza, de Hernán La Greca (Bajo la luna nueva, Rosario, 2001) que leímos en el taller el sábado:

La Mujer Maravilla

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La ropa de gustar, la vincha, el cinturón,
los brazaletes, se los calza y sale
a repartir destellos por el país que quiso
convertirla en leyenda. Encantadora es.
Inapelable.

Nada de música o estrellas, nada
de campanas. Cuando ella pasa, el mundo
es una chica americana. Su belleza
se mide en la futilidad de un gesto:
como arma letal, un avión invisible.

Sufre por ser tan fuerte y no poder
perder un brazo, el corazón
en una balacera. Sufre
porque no ama, y es ése
el aire que le falta.

Sueño con tener un recuerdo junto a ella
por ejemplo: la experiencia de los dos
en el fotomatón. Como prueba inobjetable,
una historia de amor en cuatro cuadros
para llevar en el bolsillo
del corazón de la chaqueta.

Su mayor certeza no la obtiene
de la verdad del lazo. Lo que importa
lo sabe por lo que lleva
perdido.

No cuenta lo que haga, en la lucha
o recostada en un sillón, todo el tiempo
parece que el traje va a ceder. No es la furia
de la carne suspendida, es el corazón
que late.

Agitada, la vedette se deja ver
después de la rutina. La boca,
el cuello, el pelo suelto. Está en todo
lo que digo, está en lo que todavía espero.

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Dr. Freeze

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Hago hablar a mi padre. Le pregunto
por el color del autito que arrastraba
a los siete miembros de la familia
atado con un hilo a sus espaldas
y que cada tanto volcaba
por las imperfecciones de la tierra.
Se detenía para levantar a los caídos o arreglar el vestidito de alguna hermana.
Pero no se acuerda, tampoco,
por qué me dejó
tan pequeño.

Lo ayudo a recordar. Le hago retroceder
hasta la espera del burgués
en los pasillos del hospital, interrumpida
por la urgente peregrinación de una camilla
y el entusiasmo aprendido de la partera.

Miento o también oculto. No le digo
lo que más odio de él. Cuando se hacía
tarde y debía quedarme a dormir en su casa
me despertaba en la mañana
para verlo afeitarse
apoyado en el marco de la puerta
hasta el momento en que, sin aviso,
retiraba la vista del espejo y
me miraba, inmóvil,
mitad hombre, mitad papá noel,
como si le hubieran disparado
el rayo congelador.

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Flecha Verde

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No tengo don, carezco de toda
habilidad, mi arte -se sabe-
es disciplina. Nada me ha tocado.
Del amor no obtuve sino el vano
trébol de la tierra; y del mar,
el caracol fallado.

No soy como los otros. Ni alado
ni dueño de esa fuerza que viene
no sé de dónde. Soy
arquero. Un vestido, un corazón,
una manzana. Mi arma atraviesa
las pequeñas cosas del mundo.

Soy el que al caer la tarde
se interna en el bosque encantado,
toca la áspera madera de los pinos y cruza,
con el frío acero de la flecha,
los nombres encerrados
en el corazón de la corteza.

Es de noche. Está todo oscuro. Mis flechas
han perdido el rumbo. Llevo
la última en la espalda. Tenso el arco, el canto
de la cuerda en el oído. No se oye nada. Sólo
las crujientes hojas del bosque, el batir
extraordinario de unas alas. Ya se ha ido. Ya
avanza por la noche, por el brillante día, la flecha
que no tiene blanco.


domingo, 3 de mayo de 2009

DURAND OBSERVA EL CIELO


Daniel Durand editó El cielo de Boedo (Gog y Magog) en 2004. Es un libro buenísimo que reapareció ayer en mi biblioteca mientras buscaba el Autorretrato en un espejo convexo de Ashbery. Como las casualidades conviene celebrarlas, acá va un poema de la sección Guiones de poemas:

tarde calurosa de otoño.

velocidad: cero, sólo sonidos rápidos e intermitentes de una avenida.
intención del texto: "el lienzo" con desgarrón auditivo.
color: amarillos cremosos y grises de refracción que engendrarán la oscuridad.
posición del ojo: media altura, enfocando hacia los cielos bajos del fondo, con estetizada interferencia de árboles y torres.
estado del observador: luego de una larga siesta que se acopla sin pausas al desgano de la noche.
hambre: no
deseo: de continuidad
estilo: descripción subjetiva con poeticidad objetiva, exuberancia congelada
verdad: ninguna
bien: ninguno
belleza: toda