domingo, 29 de noviembre de 2009

TUÑÓN

Ahora sí, mientras el cielo juntas ganas para llover un poco más, Lluvia, de Raúl González Tuñón:

Lluvia
A Amparo Mom

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.
Otras veces cae con furia y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
Sus tambores acunan nuestras noches y la lectura corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban.
No habían despertado todavía al amor, no sabían nada de nosotros.
De nuestro gran secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos. Todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la violencia de la lluvia.
Te quiero con todos los tambores de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana; increíble, pero tan real; numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos dos sombras y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra congoja, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste, y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Intima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

Raúl González Tuñón, de Todos bailan, 1935

miércoles, 25 de noviembre de 2009

QUE LLUEVA, QUE LLUEVA


Ayer, que llovió todo el día después de meses, llegó un mail de Diego en el que me conmina a subir un poema sobre la lluvia. Incluso me lo envió.
Como la lluvia se ha vuelto un suceso extraordinario en esta ciudad-desierto, semejante a ver un ovni o una aparición, leímos hace un tiempo en el taller una serie de “poemas de lluvia”.
Ayer en la radio también el tema fue la lluvia: que si con eso el nivel del dique tal vez suba un poco y nos salvemos de morir de sed este verano; que ahora se sabe (pero no se dice mucho) que los contratos que firmó ABSA, la proveedora de agua a la ciudad, le dan prioridad al abastecimiento de agua al polo petroquímico, y después si queda, a la ciudad; que los productores agropecuarios saltaban de alegría en el barro, y desde algunos barrios llamaban para decir que se estaba inundando. Traigo entonces a Jello Biafra, la voz crispada de Dead Kennedys, cuando dice: hasta la lluvia es política, y subo dos poemas, uno, brumoso, de Enrique Molina, y otro, bullanguero, de Arnaldo Calveyra.
Y en unos días el poema que me envió Diego, antes de que pase a la fase de “amenazas de muerte”.

La lluvia a solas

Nuevamente la lluvia me interroga en las praderas del sueño.
Hay un vínculo secreto entre ella y yo

- una relación incestuosa, inextinguible -

un destello de infancia blanco como una cicatriz,


ciertos rostros que alguna vez aparecieron con rostros indelebles

o que acaso conocí en otra vida,
y siempre volverá a insistir en los pálidos litorales del hombre
como un sermón de despedidas que lentamente se desvanece.
Extraña mediadora entre las lágrimas y la lejanía,
en cualquier hoja descubre el rocío de sus ojos,
el olor a violetas que la anuncia, a plumas mojadas,
una difunta inmóvil que sonríe a la niebla,
loca por quienes la amaron, por quienes la perdieron.

Nuevamente va a conducirte
hasta las barcas de velas bárbaras en sus remolinos,
hasta el puesto de verduras, hasta la cresta de los tejados,
hasta su catedral transparente

llena de milagros melancólicos donde te aventuras para adorarla.

Ahora crepita en la tierra y reclama lo que hay de extraviado en ti,
de insaciable,
pasa con un vapor de llanto donde vuelan patos muy negros.

Enrique Molina de El ala de la gaviota (1989)

La lluvia de sobre techo y la lluvia de bajo techo cantan cantarán.
¡Ay, la gallina ya se entró cloqueando con las grandes alas de paraguas y este pío pío pasará pasará y el último quedará!

La cocina enloquecida como el arca, y nosotros y toda la lluvia tropezando con el Lobo echado extraordinariamente ante la puerta.

Se redondeaban las gotas en una torta frita, en dos, en fuente de amor de tortas fritas.

Saca tu cuaderno, saca tu pizarra, saca tu libro, saca la mano de aquí.
¡Que llueva, que llueva!
¡Se quemó la batata en el horno!

Arnaldo Calveyra, de Cartas para que la alegría (1959)

sábado, 21 de noviembre de 2009

WENDY DARLING

Ana Miravalles escribió un texto hermoso en Parva sobre Peter Pan, y me hizo acordar de este de Leopoldo María Panero.

UNAS PALABRAS PARA PETER PAN


«No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y... Wendy se levantó y encendió la luz: él lanzó un grito de dolor...»
james matthew barrie: Peter Pan.

Pero conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres —Jane, Margaret—. El desvío en la ruta, la visita a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros nombres, hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n.° 14 de una calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los niños Extravia­dos. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba previsto, todos ellos acudirán puntual­mente a las cinco, nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret, Peter Pan no existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana. Wendy, Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.

Leopoldo María Panero, de Así se fundó Carnaby Street (1970)

jueves, 19 de noviembre de 2009

UN DOCUMENTAL EN VIVO

martes, 17 de noviembre de 2009

CON TORMENTA SE DUERME MEJOR

Archivo White, el proyecto de teatro documental que desarrollamos en Ferrowhite, le puso la proa a los cuestionamientos, y convencido de que la mejor manera de pensar cualquier práctica es desde el hacer diario, hizo, trabajó, y este sábado estrena obra: CON TORMENTA SE DUERME MEJOR, con Marcelo Bustos, marinero, vecino del bulevar Juan B. Justo, y dirección de Natalia Martirena.
Acá el video de presentación de Nicolás Testoni:

Marcelo Bustos, marinero... from Ferrowhite on Vimeo.


Sábado 21 de noviembre, 20:30 hs. Ferrowhite, museo taller.

sábado, 14 de noviembre de 2009

LA ANOMALÍA SALVAJE

Ayer a la tarde, a los 82 años, falleció Leónidas Lamborghini, uno de los poetas argentinos más importantes y más corrosivos. Filosa, peronista, vanguardista, paródica, la obra de Lamborghini, muy comentada, sigue siendo, a pesar de eso, de una radicalidad particular en el mapa descentrado de la poesía argentina.
Para mí, y para muchos de mis compañeros de escritura que empezamos a escribir a fines de los ochenta Lamborghini fue el que abrió puertas a territorios inexplorados. Poeta de la mezcla brutal, hizo el gesto doble de recuperar la tradición y experimentar de manera salvaje. Reescribió todo lo que se le puso adelante, desde La razón de mi vida, de Eva Perón, hasta el Himno Nacional.
En el 96, pleno menemato, en una entrevista en Diario de Poesía, dijo:

El otro día, un domingo, estaba en casa de unos queridos amigos. Pasaban un documental de Río Turbio actual. Porque se supuso, cuando en los años 50 se descubrieron los yacimientos, que eso iba a ser una palanca de riqueza económica para el país. Pero después se abandonó el proyecto, se lo saboteó, hasta llegar al presente. Mi amigo se empezó a reír. “Mire, Lamborghini, ja, ja, ja…” ¿Y qué se estaba mostrando ahí? Un puñado de obreros trabajando en un túnel, abandonados de la mano del gobierno a los que de tanto en tanto se les alcanzaba un pedazo de pan. Obreros, los que quedan, que ganan cien pesos al mes, y que mueren a razón de dos por año por enfermedad o accidente. Esa parte del documental se titulaba “La noche eterna” porque en Río Turbio se vive a la luz de las velas. “Mire, Lamborghini, ja, ja, ja…” Menem en campaña, para recoger votos, prometiéndoles que todo eso se iba a recuperar. Y los obreros creyéndole. Y votándolo. “Ja, ja.” La esposa de mi amigo le soltó entonces: “Che, ¿de qué te reís?”. Y yo me escuché explicándole: “Mirá, es una risa que sangra, él sangra por esa risa, esa risa es una herida”. Y de eso se trataba. En vez de lágrima era distorsión: “tanto dolor que hace reír”, dice Discépolo.

Leónidas Lamborghini, entrevista de Daniel García Helder, en Diario de Poesía, nº 38, Buenos Aires, invierno de 1996.

Así que no vamos a andar con lágrimas ante su muerte. Mejor un poema de Nicanor Parra, a modo de despedida:

MURIÓ


se dio vuelta pal rincón
estiró la pata
entregó la herramienta
se nos fue
se enfrió
dobló la esquina
pasó a mejor vida
cagó fuego
cagó fierro
cagó pila
recuperó su imagen inicial
se fue despaldel.loro
cagó pistola

no llore comadre
el compadre sabe lo que hace

entregó su alma al Señor
estiró la chalupa
pasó a decorar el Oriente Eterno.

Nicanor Parra

miércoles, 11 de noviembre de 2009

PATRIA O SUERTE

El viernes 13 de noviembre, a las 20:30 hs. se larga la edición cero, o piloto, de un encuentro de escritores que esperamos poder repetir año tras año en Bahía Blanca: PATRIA O SUERTE. Con el auspicio de la Subsecretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Sur y la Alianza Francesa de Bahía Blanca en este 2009 que se va de a poco leeremos los bahienses Mario Ortiz, Eva Murari, Luis Sagasti et moi, el narrador y poeta de Buenos Aires Jorge Consiglio y la poeta de Brasil (con residencia bahiense) Angélica Freitas.
En la sede de la Alianza Francesa, Fitz Roy 49.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

SALIDA AL MAR

Se viene el Festival Latinoamericano de Poesía que organiza Cristian de Nápoli, SALIDA AL MAR, 6 y 7 de noviembre, y hacia allá vamos. En su sexta edición Buenos Aires / Morón 2009 habrá lecturas, música y feria de publicaciones, con entrada libre y gratuita. Con invitados de Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Uruguay y distintos puntos del país, uno de cuyos puntos vengo a ser yo, que leo el sábado 7, en Haedo, en la Antigua Imprenta del Ferrocarril (¿dónde sinó?). Acá el programa completo.

SEXTA EDICIÓN (2009) BUENOS AIRES | MORÓN

LECTURAS | MÚSICA | FERIA DE PUBLICACIONES
Entrada libre y gratuita

Invitados de Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Uruguay
y distintos puntos del país

6 de noviembre desde las 18 hs
BIBLIOTECA NACIONAL
(AUDITORIO BORGES)

Agüero 2502 (Buenos Aires)

7 de noviembre desde las 17 hs
ANTIGUA IMPRENTA
DEL FERROCARRIL

lunes, 2 de noviembre de 2009

LA ZONA CANTA

Acabo de terminar la lectura de Hombres amables, libro que reúne dos novelas de Marcelo Cohen, Variedades y Un hombre amable, publicado por Norma en 1998. Suerte de ciencia ficción filosófica, con historias que transcurren en una Argentina levemente desplazada, dividida en zonas pobres y zonas de planificación de la vida (la gran industria es la planificación del ocio), escrita con un humor muy fino, con profusión de neologismos, y personajes que nunca saben muy bien dónde están ni qué son, bailan gurubel y emprenden caminos de crecimiento espiritual entre corporaciones y kioscos berretas que venden borlangos (especie de buñuelos místicos), más la presencia secundaria pero determinante de Georges LaMente, maestro, guía, mentalista, empleado en definitiva de las corporaciones que administran la vida entera, un gordo emponchado con poderes mentales que siempre tiene frases célebres en la punta de la lengua, por momentos Zarathustra, por momentos Narosky. Les dejo un fragmento de Un hombre amable, y la recomendación de conseguirse algún libro de Cohen:

La zona canta.
Abierta al sudario de la noche, lejos de la discordia propulsora del crecimiento económico, de las leyes nu­tricias, la zona lanza a la oscuridad tarareos absortos de novia que se peina. O de novio. Tiene varias voces.
Cada voz lleva a la cumbre del zigurat una frase mu­sical diferente.Justín ha abierto las puertas del Peugeot y la furgoneta, y el tubo que los une, cuando una ráfaga lo llena, brama como una enorme garganta. Es música grave, y de tanto en tanto la desbarata un berrido de armónica. Un rru-uoooouuu y un briiich. Un uoouuu y nada.
La garganta se calla. En el silencio chilla un murciélago. Desde otro punto, un lugar entre las viviendas sociales, llegan opacas tiradas de drama televisivo, desconocemos qué piensa hacer Gallagher con las acciones de la empresa, junto con, más alto, una queja verdadera dirigida a al­guien que no contesta: me lo vas a decir o no, quiero que me lo digas, quiero que. Se apaga.
Después el arroyo, su apacible chapoteo. De pronto el responso de un grillo en el baldío, oculto entre arbustos que susurran como velámenes, insistiendo, hasta que los sustituye una borrasca: la voz de Manisito Vango desgra­nando un gurubel, acompañado por su instrumentista, guiando el clamor de las parejas en la pista del Salpicca.
También se desvanece. Resuena un poco al cabo de un rato, sólo para morir más, y entonces sobrevienen bufi­dos y traqueteos, estrépitos de plástico y vidrio en el
supermercado Kum Chee Wa. Periódicamente maulla un gato. Parece que ha terminado la serie, porque hay una larga calma.
Pero enseguida renace el gurubel, maúlla el gato, truenan carcajadas en el baile, lame cemento el agua del arroyo, y Dainez se da cuenta de que está en el centro de una música aleatoria cuyo discreto director es un viento arremolinado. No es que el viento elija el orden de los instrumentos, porque no tiene voluntad; pero en la entrega a sus veleidades
administra los segmentos de sonido y entre un descanso y otro ofrece una serie completa.
Rayan el aire los crótalos del grillo, que ese maldito bastardo ha dilapidado la herencia de Candy. Aterrizan cajas en un camión. Rumor de cordajes en las matas. Uuuoooou
y briiic en los dominios de Justín. me lo tenes que decir, con todo lo que pasó entre nosotros. Gurubel. Gato. Grillo.
Gurubel. Ruoooouuu. me lo digas por favor favor quiero que
. Chapoteo. Briiich. Maullido. Plástico, vidrio y chapa. Gurubel. Aplausos, risotada general en el bailongo. Publicidad en la tele: ¿cuándo va a darse ese gusto? Grillo. Gato. Chillido de murciélago. Los segmentos cambian de orden, se permutan, se traspolan, se desplazan, nunca se confunden. No hay dos series iguales, y, aunque la dirección del viento parezca fortuita, en el rocío que moja los objetos del zigurat, y moja a Dainez, el conjunto reverbera con la parsimoniosa autoridad de un mantra. Tele. Garganta eólica. Maullido. Rumor. Chillido. Clamor. Siseo. Ruego de voz humana real. Chapoteo. Ejecutando la música que ha compuesto, la zona afianza la trivial autonomía de los vencidos.