sábado, 14 de noviembre de 2009

LA ANOMALÍA SALVAJE

Ayer a la tarde, a los 82 años, falleció Leónidas Lamborghini, uno de los poetas argentinos más importantes y más corrosivos. Filosa, peronista, vanguardista, paródica, la obra de Lamborghini, muy comentada, sigue siendo, a pesar de eso, de una radicalidad particular en el mapa descentrado de la poesía argentina.
Para mí, y para muchos de mis compañeros de escritura que empezamos a escribir a fines de los ochenta Lamborghini fue el que abrió puertas a territorios inexplorados. Poeta de la mezcla brutal, hizo el gesto doble de recuperar la tradición y experimentar de manera salvaje. Reescribió todo lo que se le puso adelante, desde La razón de mi vida, de Eva Perón, hasta el Himno Nacional.
En el 96, pleno menemato, en una entrevista en Diario de Poesía, dijo:

El otro día, un domingo, estaba en casa de unos queridos amigos. Pasaban un documental de Río Turbio actual. Porque se supuso, cuando en los años 50 se descubrieron los yacimientos, que eso iba a ser una palanca de riqueza económica para el país. Pero después se abandonó el proyecto, se lo saboteó, hasta llegar al presente. Mi amigo se empezó a reír. “Mire, Lamborghini, ja, ja, ja…” ¿Y qué se estaba mostrando ahí? Un puñado de obreros trabajando en un túnel, abandonados de la mano del gobierno a los que de tanto en tanto se les alcanzaba un pedazo de pan. Obreros, los que quedan, que ganan cien pesos al mes, y que mueren a razón de dos por año por enfermedad o accidente. Esa parte del documental se titulaba “La noche eterna” porque en Río Turbio se vive a la luz de las velas. “Mire, Lamborghini, ja, ja, ja…” Menem en campaña, para recoger votos, prometiéndoles que todo eso se iba a recuperar. Y los obreros creyéndole. Y votándolo. “Ja, ja.” La esposa de mi amigo le soltó entonces: “Che, ¿de qué te reís?”. Y yo me escuché explicándole: “Mirá, es una risa que sangra, él sangra por esa risa, esa risa es una herida”. Y de eso se trataba. En vez de lágrima era distorsión: “tanto dolor que hace reír”, dice Discépolo.

Leónidas Lamborghini, entrevista de Daniel García Helder, en Diario de Poesía, nº 38, Buenos Aires, invierno de 1996.

Así que no vamos a andar con lágrimas ante su muerte. Mejor un poema de Nicanor Parra, a modo de despedida:

MURIÓ


se dio vuelta pal rincón
estiró la pata
entregó la herramienta
se nos fue
se enfrió
dobló la esquina
pasó a mejor vida
cagó fuego
cagó fierro
cagó pila
recuperó su imagen inicial
se fue despaldel.loro
cagó pistola

no llore comadre
el compadre sabe lo que hace

entregó su alma al Señor
estiró la chalupa
pasó a decorar el Oriente Eterno.

Nicanor Parra

8 comentarios:

mario ortiz dijo...

1)poeta extraordinario que redefinió la forma de leer y producir poesía en esta Argentina
2) poeta generoso: guardo como un tesoro una nota manuscrtica suya en la que me recomendaba para una beca
3)peronista de ley, de un peronismo que todavía tratamos de entender todos los días mientras sospechamos que (en realidad, sabemos que)sólo el peronismo puede movilizar algún tipo de política en esta Argentina, nos guste o no.
4) mi opinión sobre esta muerte en una sóla palabra:
larecontraputísimamadrequelaremilparió.
5) disculpas si ofendí a algún lector purista
6) bueno, en realidad no pido disculpas

Marcelo Díaz dijo...

cuando todo el mundo hablaba de intertextualidad el tipo hacía veinte años que la practicaba desaforadamente; más el esfuerzo por leer una tradición popular: la gauchesca, discépolo, el folletín... y en los últimos años había puesto el ojo en la palabra de los medios, algo que a la poesía le cuesta, y mucho.

Mario Arteca dijo...

Es cierto lo que dice Mario. Pensaba que sin Leónidas no habría, por ejemplo, el Cantón de La saga del peronismo, no? Más allá que Darío y Lambor eranb contemporáneos. Está bien eso de redefinir la forma de leer. Sus reescrituras no eran sólo una disposición novedosa del recurso narrativo, sino una manera de proponer salirse de la poesía. Salirse, para volver a entrarle sin la predestinación autolimitada de la Musa. O algo así. Leónidas mató a la Musa, o mejor, nos dijo que podríamos escribir sin ella. la poesía vive lejos de los destinos individuales. Se lo extrañará. Un abrazo.

un ser común. dijo...

Hoy en la contratapa de Página salió un comentario de Sasturain que me pareció muy bueno: "el procedimiento de Lamborghini fue (también para él) sacarse cosas. No es el mítico 'poeta popular' que trae la voz no contaminada de retórica y habla 'el lenguaje de la gente'. Eso no existe. No está desnudo ni descalzo cuando empieza a contar/cantar. Tiene toda la Poesía, todas las palabras, los discursos circulantes –prestigiosos y profanos– a su disposición. Y desde ahí busca un registro, un tono, una manera, una tradición viva a la que adscribirse sin carnet ni compromiso. Pero no busca 'su' voz. Por eso, Leónidas se saca la pilcha, el uniforme verbal y conceptual de poeta lírico / vanguardista establecido y –descamisado– queda en cueros, libre y en casa, cómodo para disfrazarse, ser otro y el mismo, gesticular frente al espejo y los demás. Por eso, se saca los zapatos y las medias de la retórica a la moda y mete las patas desnudas en las fuentes, en las entreveradas aguas bautismales de la poesía."
Será cuestión de ver en donde meter las patas en esta Argentina reciente llena de políticos que dicen llamarse peronistas pero se parecen más a King Kong que a Perón.
Un abrazo!

Marcelo Díaz dijo...

Abrazo, Gastón! qué bueno el texto de Sasturain...

León-O dijo...

Colega, leí sus poemas en la edición número 79 del Diario de Poesía y me encantaron, le dejo mi blog por si tiene ganas de darse una vuelta, un saludo

http://monsruon.blogspot.com/

Marcelo Díaz dijo...

Gracias, León-O, ahí voy hacia tu blog.
Saludos

ayelen(normal) dijo...

chelo, genial este poema,
me re gusto
te lo robe:P