Inauguré columna en Bazar Americano: AFTER PLOP! Va fragmento:
¿Sueñan los kollas con vicuñas electrónicas?
El destino de las canciones populares es permanecer en estado de disponibilidad continua a los efectos de ser reversionadas una y otra vez. Hay versiones que consiguen potenciar una canción y desplazarla a un nuevo horizonte de sentido, como es el caso de La cucaracha por Lila Downs, El arriero por Divididos o My way por Sid Vicius. Y hay versiones que no. Un claro ejemplo lo constituye la Banda del Liceo Militar Argentino cuando interpreta (tal vez resulte más adecuado decir: ejecuta) Luna tucumana.
Hay, también, canciones que se sobreponen con orgullo a las versiones que les toca padecer. Un caso paradigmático es el de El Humahuaqueño, que consiguió sobrevivir a Roberto Carlos en los lejanos setentas, y en el turbulento 2001, a King África.
El destino de las canciones populares es permanecer en estado de disponibilidad continua a los efectos de ser reversionadas una y otra vez. Hay versiones que consiguen potenciar una canción y desplazarla a un nuevo horizonte de sentido, como es el caso de La cucaracha por Lila Downs, El arriero por Divididos o My way por Sid Vicius. Y hay versiones que no. Un claro ejemplo lo constituye la Banda del Liceo Militar Argentino cuando interpreta (tal vez resulte más adecuado decir: ejecuta) Luna tucumana.
Hay, también, canciones que se sobreponen con orgullo a las versiones que les toca padecer. Un caso paradigmático es el de El Humahuaqueño, que consiguió sobrevivir a Roberto Carlos en los lejanos setentas, y en el turbulento 2001, a King África.
La versión de King África es casi un catálogo, perfectamente utilizable con fines didácticos, de lo inconveniente a la hora de versionar un tema folklórico. Establezcamos una comparación: si en la letra de El arriero la indignación está puesta en sordina, en un tema que es casi un lamento, la versión de Divididos transforma esa indignación en corriente eléctrica que crispa el tema de principio a fin, tanto en la guitarra como en la voz de Mollo. La versión potencia algo que estaba en la canción original, y desde ahí la vuelve otra, sin que por eso deje de ser la misma. Por el contrario, en la versión y en el clip de El Humahuaqueño todo parece colisionar con la versión original, empezando por la vestimenta: King África luce como un Ekeko comprado en un supermercado chino. Su performance como rapper lejos de, digamos, Public Enemy, Cypress Hill o 50cents, se asemeja, en su gestualidad, a los movimientos de “artes marciales intergalácticas” de los Power Rangers (que tanto nos gustan en los Beastie Boys), y en su vocalización, surgida entre quenas, charangos y el melodioso canto de un kolla, a la vociferación de un vendedor de choripán de tribuna futbolera. Agreguemos a todo eso dos bailarinas entre swahilis y cariocas (no descartemos que sean uruguayas), sacudiendo caderas en medio de una diablada en (¿dónde sino?) Humahuaca, y obtendremos una versión que produce vértigo. Es decir, una versión que no dudaremos en calificar, contra todas las expectativas, de fascinante.
3 comentarios:
"tal vez resulte más adecuado decir: ejecuta"
Me reí mucho con eso. Es menester citar a Groucho: "la música militar es a la música lo que la justicia militar es a la justicia"
Bravo por el artículo, me encantó
te mando un abrazo chelo
Muy bueno!
Sí, de las mejores frases de Marx, sin duda. Gracias a ambos!
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