jueves, 21 de octubre de 2010

UNA PROCESIÓN ENTERA

1. Ahora bien, imagina que eres una bala
y eres los manifestantes, que huyen todos
en distintas direcciones.
Imagina que la bala es un misil
cargado de habitantes
que gritan todo su desconcierto
mientras se hacen un lugar
entre las venas, tu corazón
y tu cuerpo se estremecen por completo.
Piensa que eres el corazón
que muestra emblemático una brillante bala de plata
y que la bala es el oro viejo
de una muela rota entre los gritos
de los grillos de una noche por la pampa
seguido por la policía.
Hay una cámara que especulada
busca la noticia y sabe
que toda imagen puede ser una denuncia
si el agujero es un visor por donde ingresas a la piel
a destruir todo lo que encuentras a tu paso,
como un niño suelto en una sala de jarrones
que explotan con su rojo contenido.
Bajo él vuelan los planetas,
con más saturnos que auténticos milagros,
una madrugada echado sobre el pasto,
ya cadáver y ya desenfocado.

2. Ahora imagina que tu cuerpo explota de cansancio
perforado por la balacera.
Imagina que en el inicio,
el hecho mismo -helechos--, y flores
que bajan la frente en una balacera,
que arranca en una procesióny tatúa los maduros cuerpos de los fieles,
donde alguien ha perdido la dorada hebilla del makario
y no sabe detenerse.
Acaso porque de ese charco vuela un aroma acre
con brillo de una bujía devota
y porque hoy las fresas son cabezas en las playa
y los enigmáticos frutos que cuelgan de los árboles
son los muertos que contaste anoche;

3. sea por viento que acaba de soplar,
o por el corazón que es un diamante,
sea por su seco ojo de vidrio y su gruesa lágrima de acero:
imagina que lloramos juntos
al leer estas palabras.

Rodrigo Quijano,  Lima, 1965. El poema que aquí se publica pertenece a Una procesión entera va por dentro (Ritual de lo Habitual Ediciones, Lima, 1998).

1 comentario:

stern dijo...

cunado uno lee esto ve casi una pelicula en distintas velocidades, me gusto, el referente imaginacion es potente