De todos los poemas de César Fernández Moreno, La Anunciación es uno de mis favoritos. Reconozco, sí, la importancia de Argentino hasta la muerte, el cambio que introdujo en la poesía argentina y el peso que, creo, sigue teniendo. He disfrutado y disfruto muchísimo su lectura. He perdido la cuenta, incluso, de las veces que releí los Ambages (y de las veces que torturé a mis amigos leyéndoselos compulsivamente). Sin embargo, La Anunciación y La sirvienta por horas son siempre los primeros, los de la página marcada, los poemas de entrada, cuando agarro el tomo I de la Obra poética de CFM (Libros Perfil, Buenos Aires, 1999) y releo.
LA ANUNCIACIÓN
señora buenos días
vengo de parte de dios
sírvase estas flores
gracias no tengo sed
era para decirle
que va a tener un hijo
ya lo sé no importa
igual será madre
hasta pronto señora
cuídese señora
César Fernández Moreno
El poema es engañosamente simple: cinco dísticos de entre 8 y 6 sílabas por verso cuyo asunto bíblico es uno de los principales tópicos de la pintura cristiana. Se encuentra en el Evangelio de Lucas, 1:26-38, y es el momento en el que el Arcángel Gabriel anuncia a la Virgen María que será la madre del hijo de dios. De modo que CFM no necesita más que el título para plantear el tema, y un centímetro, el que va del título al primer verso, para instalarnos en esa escena que ya sea por Miguel Ángel, por Boticelli, por Fra Angélico, por los cuadros de la iglesia o las estampas de una biblia comercial, tenemos en nuestra memoria (incluso sin ser practicantes, o creyentes). Ahora bien, llegados al primer dístico, toda la luminosidad renacentista y toda la gravedad bíblica van a dar contra:
señora buenos días
vengo de parte de dios
El ángel de CFM no habla una lengua angélica, sino la más pedestre lengua española en su variedad bonaerense y en un registro coloquial. Es formal y cortés, sí, pero carece de la gravedad que uno esperaría en un ángel que se precie; nada de “soy emisario del Altísimo”, “he sido enviado por el Creador”, en su lugar un vulgar “vengo de parte de dios”, como alguien que entrega un recado en nombre del patrón (y ya patrón suena con más peso que ese dios con minúscula), y que además trae un terrenal ramo de flores (en lugar del ramo de lirios de la iconografía cristiana, símbolo de la pureza virginal de María) y las entrega con el estereotipado “sírvase estas flores”.
Entre ese “sírvase estas flores” y el siguiente verso, nos encontramos con la voz ausente de María, que no se asombra por la presencia del ángel, ni pregunta cómo es posible que Dios le envíe un mensajero. No, ella también formal y cortés sabe que primero hay que recibir bien a las visitas, por lo que suponemos que la respuesta de Gabriel (“gracias no tengo sed”) está precedida por un “¿no quiere tomar algo?”, o incluso “¿no quiere tomar algo fresco?”. La Anunciación de CFM es un diálogo, y la virgen no es un receptor pasivo: ofrece, pregunta, cuestiona. Y ese diálogo necesita del lector, porque una de las voces, la de María, está ausente, se infiere de la voz del ángel.
Con fórmulas de cortesía y frases coloquiales CFM instala la escena en una especie de atmósfera barrial (porteña, bonaerense, ¿años 50? ¿60?) en solo cuatro versos. Ahí llega la anunciación propiamente dicha, centrada en el poema (dos dísticos abajo y dos arriba). Ahora bien, lo que en Lucas es:
"María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin".
en CFM se transforma en:
era para decirle
que va a tener un hijo
El dístico central del poema llega con el oído afinado de CFM, que da con el casi agramatical, y por agramatical, poético, “era para decirle” (¿qué es lo que “era”? ¿cuál es el sujeto de esa frase? ¿y por qué “era” y no “es”?). El dístico podría rematarse con “tendrá un hijo”, “ha de tener un hijo”, o cualquier otra versión. Todas y cada una sonarían “literarias”, es decir, acordes en gravedad al tema tratado. El acierto es el reemplazo de cualquier forma de futuro por “va a tener”, coloquial por donde se lo mire.
Ahora sí uno puede imaginar la sorpresa de María, expresada en Lucas de este modo: "¿Cómo será esto?, pues no conozco varón" y que uno traduciría en el poema como “mire que soy virgen” (con tres acentos, como en el resto de los versos). Y el ángel, que en Lucas responde: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios” en CFM se despacha con un “ya lo sé no importa / igual será madre” y de vuelta a la oralidad que irradia ese “igual” (nótese de pasada, que ese “aire oral” del poema está finamente regulado, porque en este verso no dice “va a ser madre” sino “será madre”, en parte, tal vez, porque “igual” y “va a ser” cargarían demasiado el verso, en parte porque el ángel es coloquial pero en este punto levemente grave)
El poema es en extremo sintético: ni una palabra de más, nada de parloteo, nada de frases aluvionales (como en los poemas largos de CFM), nada de información innecesaria, y ahí se vuelve paradójico, porque es lo contrario de una situación de conversación. El ángel viene a entregar un mensaje, cumple con los rituales de presentación y cortesía (saluda, entrega flores), da el mensaje, recomienda, se va… Y no es una parodia, es efectivamente una anunciación, a la que se le han quitado los símbolos de la iconografía cristiana y que ha sido recontextualizada a partir de un conjunto de elementos: nada de mayúsculas en el poema, escena de diálogo en base a fórmulas y estereotipos, y un sobrio uso de lo coloquial, que lo sitúa espacial e históricamente. De hecho, damos por sentado (a partir del título) que quien da el mensaje es el arcángel Gabriel, quien lo recibe es la Virgen María y que el hijo es Jesús, pero esa información no está en ningún lado. Es parte del juego de contextualización, obviamente. Otro poema de CFM, La Pietá, en la página de enfrente de La Anunciación, dice:
qué hijo no es hijo de virgen
qué madre no es madre de dios
Queda para otra entrada (porque se hizo largo y esto es un blog) relacionar el lenguaje coloquial de La Anunciación con la acentuación de los versos (tres acentos por verso), que revela el artificio, y el hecho de que el poema sea un pequeño artefacto de precisión, y una entrada para La sirvienta por horas (el poema que hubiera escrito William Carlos Williams en lugar de This is just to say si William Carlos Williams hubiera sido peronista, aunque lo escribió CFM, que era menos peronista que WCW, pero ese es otro asunto, o no, pero no es para este momento, eso seguro)
4 comentarios:
Este sí me va.
magistral lo suyo, Díaz. Gracias!
Y ¿por qué se supone que el reemplazo por lo barrial o lo coloquial es un acierto? ¿un acierto "poético"? Por el contrario para mí es un vicio de la sensibilidad del siglo pasado. Poesía es acercar el Cielo a la Tierra, sólo se la encuentra en las emociones más nobles: el heroísmo, la santidad, lo sagrado y lo sublime.
¿y en el anonimato hay mucha, poca o ninguna poesía, nobleza, heroísmo, santidad, sacralidad, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla?
Publicar un comentario