martes, 21 de junio de 2011

DECIR "AHÍ"


La foto, tomada en algún momento de la década del 30, muestra el interior del almacén de ramos generales Las 5 esquinas, ubicado en la esquina de Washington y Caseros, Villa Mitre, propiedad de Emeterio Martínez. Hay una presencia fantasmal en la fotografía, es la del inquieto Benito Martínez en su cochecito de chapa, junto a la lata de biscochos Canale, más dada al reposo, más fotogénica. El extenso período de exposición que demandaba la fotografía en ese entonces es el factor que provoca esa rigidez de estatua de los retratados, y es lo que hace imposible la captura del niño, que es un manchón de movimiento. 

He aquí la foto en nuestras manos, gentileza del Archivo de la Memoria de la UNS, y en Villa Mitre 3.0 y en la muestra Un mapa del tamaño de una habitación en Estación Rosario. Y he ahí a Roberto Marrón diciendo "acá llegó el tren que nos trajo a Bahía Blanca", a Beba Del Ferrero de Della Giustina haciendo un gesto hacia la calle del Barrio Obrero para señalar que "esto era todo yuyo, potrero", a Carlos Marchese indicando que "salíamos de allá, de la Farmacia Grünmann" cuando pasaba música en "La vuelta del Perro"...


"Allá", "esto", "ahí": parados frente al mapa en la Estación son muchos los que señalan y dicen "allá", "esto", "ahí". El mapa estimula los deícticos, esas palabras que aluden al contexto espacio-temporal en que se desarrolla la comunicación: "acá", "hoy", "ayer", ajustan su significado en relación a quien habla. Decir "ahí" es decir que alguien habla para indicar dónde y cuándo se encuentra, y cuál es su lugar en el mundo. Deíctico proviene del término griego deixis, cuya raíz indoeuropea es deikt- "señalar, mostrar", de ahí index, índice: dedo para señalar. El mundo se ordena en el gesto más primario del dedo índice que señala y que acompaña al "ahí". El mundo se ordena a partir del centro de gravedad que es quien habla, el que al mostrar se hace visible.

"Habitar es dejar huellas", escribió Walter Benjamin en El libro de los pasajes. El Mapa del tamaño de una habitación levanta una historia colectiva que se hace a dedo índice y deícticos, las herramientas primeras del testigo para decir que estuvo ahí, que esas huellas que releva con su dedo son su paso por el mundo, su habitar ese barrio de origen obrero que es Villa Mitre. Carlos Marchese estuvo ahí, Roberto Marrón estuvo ahí, Benito Martínez estuvo ahí, en ese almacén de ramos generales, donde el movimiento del papel higiénico le enseñó los cambios que traía el peronismo:

“Este… me acuerdo siempre, porque, en casa, nos criamos un poquito a la usanza de aquellos tiempos, colaborábamos, teníamos que colaborar, y en el almacén había una puerta así como estas y arriba en los estantes , yo tenia como 5 o 6, 7 años, ¿no?. Estaba el papel higiénico. Había dos marcas de papel higiénico, eran importados, el Waldorf y otro más y estaban colocados así altos y yo subía con la escalera, lo tenía que bajar, pasarle el plumero y subirlo de vuelta. Entonces le quitaba tierrita y arañita. Y bueno, qué pasa, viene Perón. Y ese papel higiénico que teníamos allá, ya no lo teníamos allá, lo teníamos abajo en el mostrador porque ya no alcanzaba. Porque hasta ese momento la gente se las arreglaba con los papelitos que había envuelto las naranjas o las manzanas. Lo que más se observa en el tiempo es un cambio sustancial en las condiciones de vida de la gente”. (fragmento entrevista con Benito Martinez, realizada por Duilio Minieri)

Benito Martínez, que cuenta orgulloso que ahora colabora con José Marcilese y el Archivo de la Memoria de la UNS y escribe en la revista VeMe, como historiador amateur, como testigo, como vecino, dice "ahí", y señala con su índice a ese nene que sale del almacén Las 5 esquinas en su cochecito de lata y que ochenta años después sigue inquieto, sin dejar de moverse.

3 comentarios:

Mario Ortiz dijo...

¡qué buena lectura, marcelo! ¡qué bien recupera lo que fue aquella noche!
Agrego algo más: al ver a Martínez señalando con el dedo, recuerdo que el Sr. González me señaló un punto en ese mismo mapa esgrimiendo uno de los dos bastones con que se apoya para caminar.
¿Qué nombre recibiría esto?

Karen dijo...

Es genial este texto. No puedo dejar de pensar en las otras huellas, las de esos dedos sobre el mapa, sobre las fotos, trazando allí un mapeo dactilar, una piel colectiva memoriosa, atestiguar con el cuerpo, con la carne...conmovedor.

Marcelo Díaz dijo...

Gracias, Mario, no se cómo se llamaría al señalamiento con bastón, pero en el caso de González es ya parte de su cuerpo.
Karen, me gusta lo que decís de atestiguar con el cuerpo, ya vamos a presentar lo que prepara Naty de teatro documental, y va por ahí...