domingo, 26 de septiembre de 2010

ARDE SAN PABLO

Arde San Pablo: el fantasma de la política en la Bienal

"La 29º Bienal de San Pablo está anclada en la idea de que es imposible separar el arte de la política". A tenor de lo sucedido en las últimas 48 horas, hay serios motivos para dudar de la honestidad de esta declaración.
La obra de la Bienal de Sao Paulo que promete ser la más interesante no ha sido realizada por ningún artista, sino por la propia institución cuando ordenó cubrir unos imponentes paneles con papel de embalar, para impedir que puedan verse dos ampliaciones fotográficas: el rostro amistoso y atractivo de Dilma Rousseff frente al gesto agrio de José Serra, su opositor socialdemócrata en las elecciones a la presidencia de Brasil.
La obra propuesta por el argentino Roberto Jacoby ha consistido en socializar su espacio para que sea gestionado por una Brigada Argentina por Dilma que se dispuso a diseminar abiertamente propaganda favorable a la candidata del Partido de los Trabajadores en sucesión de Lula, apostando a ser parte del momento histórico excepcional de unidad, solidaridad, redistribución y democracia que se abre en América Latina.

De acuerdo con la —poco convincente— justificación hasta ahora emitida por la Fundación Bienal de San Pablo, un informe de la Procuraduría Electoral General habría decretado que la obra incurre en un "delito electoral" por quebrantar la Ley que impide la "vehiculación de propaganda de cualquier naturaleza" en espacios cuyo uso dependa de los poderes públicos. Sin embargo fue la propia Bienal la que concurrió a sede judicial para denunciar la obra que habían invitado.

Uno de los curadores de la Bienal, Agnaldo Farias, ha declarado a la prensa que "no podemos contestar la decisión de la justicia, porque corremos incluso el riesgo de que nos lleven presos. Si hubiésemos conocido de antemano que se trataba de Dilma, sabedores de que habría habido problemas, hubiéramos avisado al artista". El argumento de los curadores de que habrían “sido sorprendidos” por el desarrollo de la pieza no se sostiene, ya que la misma fotografía censurada figura tanto el catálogo de la Bienal como en su sitio web.

A esta afirmación pusilánime no se puede sino responder con una pregunta: ¿qué piensa un curador de arte establecido cuando invoca la palabra "política"? Más allá de este caso puntual, no son infrecuentes las propuestas curatoriales que apelan a la relación “arte y política” para exhibir cementerios documentales o retratos de pobres o raros distantes. Esta obra política de Jacoby se opone eficazmente a esta despotenciación del arte político que ejerce actualmente el mainstream institucional.

Pero ¿qué sucede cuando un artista se toma en serio la necesidad de convertir un espacio artístico en un espacio público, para producir confrontación política —y no falso consenso— en tiempo real y en el mismo vientre del sistema del arte? El alma nunca piensa sin imagen —que así se titula la obra— consiste en algo más que la propaganda electoral favorable a Dilma: el espacio de la muestra asignado a Jacoby se transformó además en una máquina de producir antagonismo entre opiniones diversas, tomando partido e imponiendo al establishment artístico implicarse en una discusión sobre el hecho constatable de que, en un espacio geopolítico como América latina, existe hoy más experimentación, más creatividad y —en definitiva— más esperanza en el área de la política y de lo político —desde las estructuras institucionales hasta el campo de los movimientos sociales— que en el sistema del arte contemporáneo.

Jacoby participa en la Bienal por partida doble, pues integró asimismo el colectivo de artistas, sociólogos, militantes de varias ciudades que en 1968 produjo la histórica Tucumán Arde, documentada erróneamente —y se trata de un síntoma grave y elocuente— en el web de la Bienal como una obra del Grupo de Arte de Vanguardia rosarino. Ésta fue clausurada en la central obrera en Buenos Aires, bajo presiones militares durante la dictadura del general Onganía: su provocación consistía en desbordar el sistema del arte para abrazar el movimiento de protesta social en contra del sistema vigente. A la inversa, El alma nunca piensa sin imagen parece haber sido censurada por instalar en el centro del sistema del arte una actividad a favor de un proceso extraartístico que sucede en la institución política. La Brigada Argentina por Dilma nos lo expone como algo mucho más real —porque resulta más imperfecto y complejo al fin— que la pulcritud inmaculada con que habitualmente brilla la palabra "política" en los textos curatoriales.

 

Buenos Aires/Sao Paulo, 23 de septiembre de 2010.

Integran la Brigada:

Adriana Minoliti, Alejandro Ros, Ana Longoni, Alina Perkins, Cecilia Sainz, Cecilia Szalkowicz, Daniel Joglar, Fernanda Laguna, Francisco Garamona, Florencia Hipolitti, Gastón Pérsico, Paula Bugni, Hernán Paganini, Javier Barilaro, José Fernández Vega, Julia Ramírez, Kiwi Sainz, Laura Escobar, Lidia Aufgang, Lucas Rubinich, Mariano Andrade, Mariela Scafati, Mariela Bond, María Granillo, Nacho Marciano, Roberto Jacoby, Santiago Villanueva, Syd Krochmalny, Tomás Espina, Víctor Florido, Victoria Colmegna.
 
Para enviar adhesiones a la declaración: elalmanuncapiensasinimagen@gmail.com
 
más información acá

18 comentarios:

Pablo Usabiaga dijo...

Mi primera reacción ante este post fue de enorme indignación y escribí una respuesta de la que no estoy orgulloso, que creo que por suerte por un error técnico no salió publicada.

Estoy en desacuerdo con cada una de las palabras de este post. No sólo eso, sino que creo que este post defiende una postura políticamente perversa y hasta autoritaria.

Por esta razón, ¿no te gustaría hacer un debate, por ejemplo en tu museo, para que lo discutamos? Creo que sería un debate muy fructífero.

Abrazo

Pablo

Marcelo Díaz dijo...

Bueno, Pablo, pero más allá de la indignación, y sin que se te chifle el moño, supongo que podrás decir por qué esta declaración te parece que defiende una postura políticamente perversa y hasta autoritaria (que son dos adjetivos pesados como para tirarlos sin justificar).
En relación a tu propuesta, no tengo problemas, al contrario, me parece reinteresante charlar de esto en Estación Rosario.
abrazo

Pablo Usabiaga dijo...

Quién decide qué es "arte"?

El "artista" decide qué es arte y qué no?

Por qué los "artistas" tendrían derecho a estar por encima de los demás mortales y por encima de la ley?

La ley está mal? Bueno, o la reformamos (dentro del sistema) o la rompemos (saliéndonos del sistema: tomando las armas y haciendo la revolución), pero jugar a que nos ponemos fuera cuando estamos bien adentro, es hipócrita.

Si yo hago una instalación que se llama "ejecutemos a Jacoby" que consiste en atar a Jacoby en el MAC con dos grilletes contra una pared, y dispararle con una 9 mm a la cabeza, y los directores del MAC, cuando estoy a punto de efectuar el disparo mortal y se dan cuenta de lo que quiero hacer y de que voy en serio, me lo impiden (dándome un empujón, por ejemplo), ¿lo que hacen se llama "censura" pues me censuraron la instalación?

Se entiende por qué es autoritario? Así como La República de Platón lo es, y los dictadores en ella serían los filósofos, así también parece que esta gente quiere una dictadura de ese tipo, pero de los "artistas".

"Pusilánime" no es una palabra tanto menos fuerte que perviersión política y autoritarismo...

Espero que se entienda por dónde van los tiros.

Abrazo

Marcelo Díaz dijo...

A ver, propongo acotar la discusión a la problemática que plantea la declaración. En ese sentido tus dos primeras preguntas son muy interesantes y se podrían debatir largamente en otro momento, pero no son pertinentes a la situación que nos ocupa, en tanto la obra de Jacoby no fue cubierta por no ser considerada "arte" (ni la Bienal ni la ley cuestionan que sea arte, de hecho se la aceptó para participar, y la Bienal de San Pablo es una instancia legitimadora fuerte a nivel mundial de lo que es "arte") sino por infringir la ley que impide que se realice "propaganda" en espacios que dependan de los poderes públicos. Podemos discutir si una obra puede ser arte y propaganda a la vez (y hablar del agit prop y todo lo que sea) pero no es eso lo que está en cuestión. Punto siguiente: la declaración no pretende poner ni a la obra ni a Jacoby por encima de la ley, en tanto no cuestiona la ley sino la actitud de los curadores de la Bienal. Y para eso entendamos, repito, que la obra fue aceptada para participar en la Bienal, fue montada con tiempo suficiente (no aparecen gigantografías de un día para el otro), y se exhibió durante la inauguración. Agreguemos que el tema de la Bienal de este año es "arte y política", y es en virtud de eso que invitaron a Jacoby (que como recuerda la declaración es uno de los históricos de "Tucumán arde"). De modo que lo que se objeta no es la ley, sino la actitud de los curadores de la Bienal, que por un lado proclaman que "La 29º Bienal de San Pablo está anclada en la idea de que es imposible separar el arte de la política" y por el otro denuncian una obra que aceptaron y exhibieron en la inauguración (eso sin contar que además niegan haber realizado la denuncia). Es a ellos en todo caso a quienes les cabe tu comentario de que es hipócrita "jugar a que nos ponemos fuera cuando estamos bien adentro". La declaración opta por un adjetivo menos hiriente y los llama pusilánimes. Acá podríamos preguntarnos a qué se refieren estas instituciones (como la Bienal de San Pablo, pero muchas otras en el mundo) cuando hablan de la relación "arte y política", y más precisamente qué entienden por política ¿acaso la militancia no forma parte de la política? ¿acaso la propaganda no es un factor fundamental de la política de masas desde hace más de un siglo? ¿qué clase de arte y qué clase de política pretenden? Sigo abajo.

Marcelo Díaz dijo...

Ahora, hay una parte de tu comentario que es cuanto menos desafortunada, porque comparás infrigir una ley que prohibe la propaganda con un intento de asesinato. Lo atribuyo a la calentura que te conocemos y que a veces nubla tu argumentación, porque equiparás una infracción menor a cometer un crimen, y eso, disculpame Pablo, es una burrada. El tipo que corta una calle para reclamar por algo que cree justo, por ejemplo, infringe una ley, pero ni está queriendo hacer la revolución (como maniqueamente planteás) ni es un criminal (salvo para los editorialistas de La Nueva Provincia). Y demás está decir que muchas veces esas "reformas dentro del sistema", como decís, se alcanzan luego de presionar e incumplir algunas normativas: la reforma universitaria del 18 (con represión policial mediante) podría ser un buen ejemplo.
Aunque, repito, acá no se cuestiona en sí la ley, sino la actitud ambigua de los curadores y de la fundación de la bienal. De modo que ni la declaración aspira a que los artistas gobiernen la polis ni nada por el estilo, sino que señala un doble discurso al interior del mundo del arte, abre el juego para remover un montón de lugares comunes en el campo artístico, pone el foco en la vitalidad de algunas experiencias políticas latinoamericanas (como la de Lula o la de Cristina) y cuestiona frases grandilocuentes como la que abre la declaración, que confrontadas con los hechos acaban por ser banales.
Igual, si te parece, podemos pensar en armar un debate, no para hablar de "los artístas" así en general (y así de vago también) sino para analizar algunas prácticas artísticas concretas y los problemas que plantean.

Anónimo dijo...

Pregunta. ¿y si el cuadro hubiese sido al revés? el gesto amistoso el de Jose Serra y el rostro agrio el de Dilma Rousseff?
Seguramente los curadores no hubiesen sido tildados de pusilánimes por el autor del mismo artículo.

Marcelo Díaz dijo...

No es un artículo, es una declaración escrita por quienes forman parte de la Brigada de apoyo a Dilma, la misma que puso las fotos de Dilma y de Serra. Y lo que sucedió es que taparon esas fotos, y de eso hablamos. Lo que hubiera pasado si los hechos hubieran sido a la inversa no lo sé, francamente.

Anónimo dijo...

Yo sí sé. Yo soy adivino. La "Brigada de apoyo a Vilma" hubiese sido la primera en recordar que hay una ley y que hay que cumplirla.

Marcelo Díaz dijo...

Anónimo, aplicá tus videncias en ganarte el quini, y compartí con nosotros, dale.

Anónimo dijo...

en el quini interviene el azar. En estas relaciones entre arte, política y las lamentables vanguardias del siglo pasado, se observan los mismos patrones con distintas brigadas y denominaciones.

Marcelo Díaz dijo...

Interviene en menor manera que en tus especulaciones sobre cómo podrían haber sido las cosas, por eso creo que en los juegos de azar te iría mejor. El único problema es que tendrías que poner tu nombre y aparentemente obviar el nombre (y la argumentación ¿porque no pensarás seriamente que decir lamentable vanguardia o cosas así se asemeja a algo así como un razonamiento, no?) es un lamentable patrón que se repite en tus post, querido anónimo. Seguí participando!

Rosana Vecchi dijo...

Bueno, Marcelo, sigue creciendo mi respeto a tu oratoria escrita (no se si es la correcta expresión) . Creo que lo planteado por Pablo nos vuelve a sumergir en el pantano de la realidad donde no es fácil posicionarse.Lo digo por esto de en una esquina u otra, que siempre es incierta pero necesaria. Podríamos compartir que esa posición de "orden y justicia" es válida y que justifica la bronca de Pablo ante la "trampita a lo argentino" que él ve en la Brigada ,y que los ubica como víctimas.... pero creo que dejar sin decir nada ante el mundo del arte mundial, sobre una "apretada"que dió vulta como tortillas a los organizadores de la bienal, basada en discursos legalistas en un marco de bases, reglamentos emitidos, etc., que ajustaron la invitación a la Política y Arte, nada menos que ese título!!!!parece realmente una tomada de pelo, no solo a los artistas (esto va para Pablo) sino a todos lo que creemos en la política como la emergente cultural de los pueblos.Comparto con Marcelo, que como mucho debieran de haber pensado antes la superposición del tema de la Bienal y la reglamentación de las elecciones. Me pregunto intentando re-contextualizar el episodio que hubiera pasado si en la España de Goya, hubieran expuesto en un acto oficial que defendiera el arte como expresión política su cuadro "el fusilamiento"???Esto que sucedió en San Pablo, nos involucra a todos y no solo a los artistas, sean estos genuinos representantes o tomen formas de representatividad que no compartamos. Esta vez por lo menos para mi, están en el flujo que quiero estar y más en la "democracia' que representa el Brasil de Lula!Adhiero

Anónimo dijo...

Ud. también se repite, los que no piensan como ud. son motivo de burlas (Aquí podría agregar, siguiendo su estilo: burlarse no es un argumento).
Si no puede preveer el comportamiento de grupos de interés político, como la mencionada brigada, comprendo que no considere lamentables las vanguardias del siglo XX.

Marcelo Díaz dijo...

Anónimo, como bien dice tu nombre, o tu falta de, no me burlo de nadie en particular porque no parece haber nadie ahí, en todo caso me burlo de una serie de frases que intentan ser categóricas sin conseguirlo. Y decir que esas frases PIENSAN distinto, es ser bastante pretensioso, más bien parecen ser una serie de prejuicios puestos en fila. Argumentá con algún criterio (que no sea el mediúmnico anticipatorio) y discutimos de algo, dale.

Marcelo Díaz dijo...

Rosana, el tema, creo, que aclara algunos puntos, es que la obra fue aceptada en la Bienal (no sólo fue aceptada, Jacoby participa por expresa invitación), por lo que los curadores no fueron tomados por sorpresa, es más, inauguraron con la obra exhibida.
Lo que tal vez puede haber irritado es que la obra tomara partido abiertamente por Lula y Dilma ¿pero acaso tomar partido no tiene que ver con la política? ¿y con el arte? ¿una propuesta estética no implica una idea del mundo, y una toma de posición? Y comparto con vos, están en el flujo que yo también quiero estar, haciendo "propaganda" por un modelo político latinoamericano.

Pablo Usabiaga dijo...

La pregunta de si "qué es ser un artista" sí venía a cuento, pero es demasiado largo de explicar acá por qué.

El ejemplo del crimen era eso: un ejemplo. Caricaturesco para que se viera bien adónde apuntaba. No tiene sentido deducir de éste las conclusiones a las que llegás sobre el quebrantamiento de la ley.
Yo no hablé de la represión del crimen. El ejemplo era exclusivamente para ver si se aplicaba el sustantivo "censura". Y, sigo sosteniendo, es un capricho de niño histérico usar ese sustantivo en este contexto. A los efectos de lo que es "censura", mi ejemplo vale tan bien como el de la bienal.

Todo esto es muy largo para discutirlo por acá. Armate el debate que seguro que va a estar bueno. Si querés pensamos en más nombres, lo ideal sería ser por lo menos cuatro, digo, no?

Avisame por mail por favor, porque me olvido de entrar por acá...

Abrazo

P.

Anónimo dijo...

Miren al guerrero enmascarado, arriba en el muro...! hay algo extraño en él. Vean su tristeza, veanló conmovido: es ése verso en el que detiene sus ojos. Y su boca escarlata ha quedado tiesa, en ésa su delicada delectación.
El tinte escarlata en los labios, las puntas en los ojos, las carátulas en la máscara no estaban, no crean, originalmente allí. Son efectos de la lectura.

Marcelo Díaz dijo...

La lectura transforma a la gente